El otro día
estaba leyendo el blog de Jon Accuf que hablaba de la diferencia entre comparar
e inspirar, cuando hablamos de otras personas. Lo encontré muy interesante,
pues muchas veces nos comparamos con otros, y como la base de nuestro sistema
escolar de puntuación es comparar notas entre los estudiantes, estamos
acostumbrados a hacerlo todos los días.
El problema
surge, generalizando, cuando nos comparamos con otros, 2 situaciones pueden
surgir: Nos sentimos orgullosos o nos sentimos avergonzados. Tu eres mejor que la otra persona o no. No hay
posibilidad de crecer, mejorar o cambiar, tu deberías tener o ser lo que estas
comparando, en el momento que lo estás haciendo. Te vas con arrogancia o con vergüenza,
dependiendo a como resulta esa comparación. Y como generalmente nos comparamos
con personas exitosas que han logrado grandes cosas, nos sentimos disminuidos,
nos sentimos mal.
Cuando en lugar
de compáranos, nos sentimos inspirados por otros, los vemos como modelos que tenemos
que imitar. Vemos posibilidad de hacer lo que ellos han hecho. Nos sentimos
motivados, nos sentimos energizados. Te dan un camino a seguir, y no importa donde
estés, existe la posibilidad frente a ti, para que tomes ventaja de ella.
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